Como les conté en la entrada pasada ¿Y tú que planes tienes para Año Nuevo? mi mejor amiga y yo habíamos llegado a Santiago de Chile y nos disponíamos a conocer la ciudad. Dejamos las cosas en el Hostel y salimos a caminar. Ese primer día paseamos por el famoso Paseo Ahumada, visitamos el Palacio de la Moneda, nos sacamos fotos con Michelle Bachelet (ok no! Eso no xD) y entramos a un par de museos y galerías.
A nuestro regreso al Hostel había una pequeña fiesta donde conoceríamos a los demás huéspedes, quienes se convertirían en amigos importantes en mis futuros viajes. Esa noche había fiestas por todos lados. Los huéspedes del Hostel irían al Barrio Bellavista, un lugar súper recomendado. Está lleno de bares y restaurantes, muy cerca del Centro (se puede ir caminando) y es dónde además está ubicada “La Chascona” una de las casas de Pablo Neruda. Por nuestro lado, mi amiga y yo preferimos quedarnos en la “fiesta” del Hostel y dormir temprano pues al día siguiente nos debíamos levantar tempranísimo para tomar el bus que nos llevaría a Valparaíso, ubicado a 2horas 40 min aproximadamente. Entre buenas conversaciones, risas, tragos y piqueos nos fuimos a dormir a eso de la 1 am y ¿¿adivinen que?? ¡Nos quedamos dormidas! Ya se imaginarán nuestras caras al ver la hora. Estábamos retrasadas e íbamos a perder el bus que ya habíamos pagado. Al salir de la habitación les contamos lo sucedido a los demás huéspedes, a lo que uno de ellos, un muchacho holandés que habíamos conocido el día anterior, comentó que deseaba ir también con nosotras.
Tomamos desayuno (el desayuno está incluido en el Hostel Plaza de Armas) y salimos rumbo al paradero de bus. Los 3, mi mejor amiga, este chico holandés y yo, compramos un nuevo ticket de bus y emprendimos el viaje a Valparaíso. Al llegar hacía más frío que en Santiago pues es Costa, así que no se confíen del calor de Santiago que puede llegar a los 30 grados.
En Valparaíso recorrimos sus coloridas calles de subidas y bajadas, nos tomamos miles de fotos, contemplamos el Océano Pacífico y comimos un rico almuerzo a base de pescado frente al mar. En el recorrido también estaría incluida La Sebastiana, otra de las 3 casas del poeta chileno Pablo Neruda (uno de mis escritores favoritos por cierto) pero en esta oportunidad la suerte no me acompañaría y tendríamos la famosa Sebastiana cerrada (tres años más tarde regresaría a Chile y la recorrería finalmente). Así que les recomiendo que revisen bien los horarios y no pierdan la oportunidad de visitar este lindo lugar. El costo de ingreso es de 5 000 pesos chilenos. Acá les dejo los links para mayor información de las tres casas de Neruda: La Chascona, La Isla Negra y La Sebastiana : http://www.fundacionneruda.org/es
Con todo esto ya era casi las 4 de la tarde y debíamos ir a Viña del Mar que está a 15 minutos aproximadamente en bus. Entonces bajamos por el mercado de Valparaíso, compramos unas cuentas cosas (twistos para ser exactos, mi snack favorito que desafortunadamente no venden en Perú), nos tomamos más fotos y nos despedimos de este amigo holandés, quien a pesar de haberlo conocido poco y pensar que nunca más lo volveríamos a ver, al final se convertiría en un gran amigo. Ya volverán a leer sobre él en otras entradas 😉
Dejamos Valpo (como le dicen los chilenos) y nos fuimos a Viña del Mar.
Estuvimos un rato en la playa, paseamos por su plaza principal, visitamos su Catedral y como era obvio entramos a Quinta Vergara, donde se celebra el famoso Festival de Viña del Mar. El ingreso a la Quinta es gratuito al igual que al Anfiteatro, donde se dan los concierto durante el festival, sólo debes tener suerte de que no esté ningún grupo ensayando.
Además La Quinta Vergara está llena de jardines, así que si les gusta los parques y las plantas recorrerla es más que genial!!!

A la salida de la Quinta ya era de noche y todos se preparaban a recibir el Año Nuevo, pues en toda la costa se lanzan los fuegos artificiales más largos del mundo, así que si están en Año Nuevo en Chile y si pueden, no duden en pasarlo en Viña del Mar. Lamentablemente, mi amiga y yo debíamos volver a Santiago, porque no habría buses hasta el 2 de enero. Todo estaba vendido, así que recomiendo tomar precauciones.
Ya casi para dar medianoche regresamos a Santiago, nos fuimos al Hostel y salimos a festejar frente a la Torre Entel, que también hace un bonito show y lanza fuegos artificiales. Bailamos, cantamos, bebimos, en conclusión pasamos un lindo Año Nuevo y fue precisamente ahí donde unas mejores amigas argentinas nos contaron su tradición de pasar Año Nuevo en lugares diferentes; entonces decidimos adoptar también esta simpática tradición como buenas viajeras.
Esa noche también fue especial porque conocimos a más amigos de todo el mundo, escuchamos sus historias, sus aventuras de mochileros y serían ellos, esa noche de luces y de kábalas para un año venidero, quienes terminarían de despertar en mi ese «bichito viajero» que me llevó hasta Europa. ¿Cómo nos tenerles un cariño especial? ¿Cómo no acordarme de ellos y de ese Año Nuevo en Chile que me cambio la forma de ver la vida?
Ya vuelvo con el último día en Santiago … 🙂
Esta aventura empieza en esta entrada: ¿Y tú qué planes tienes para Año Nuevo?