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El 23 de abril de abril se celebra el día de Sant Jordi en Barcelona, una fiesta muy peculiar, realizada sólo en Cataluña y que de alguna manera suplanta al mundialmente conocido Día de San Valentín.
En Sant Jordi la casa Batlló (emblemática casa de Gaudí) se viste de rosas, al igual que las calles. Todo Barcelona se convierte en una florería y librería al aire libre pues la tradición dice que el hombre le debe regalar una rosa a la mujer y la mujer un libro a él. Si Barcelona en verano normalmente esta llena gente, ya se imaginarán en Sant Jordi, gente por todos lados y shows al aire libre, pero ¿dónde viene esta tradición? acá les cuento la tradición.
Dicen que en un pueblo vivía un dragón al que los pobladores alimentaban con vacas y ovejas. Al terminarse los animales se hizo un sorteo para que se comiera a una jovencita, saliendo «premiada» la hija del rey. El rey muy afligido entregó a su hija, pero cuando la hija iba camino a ser devorada por el dragón, apareció un guapo caballero que con su espada mató al dragón con un pinchazo directo al corazón. De la sangre del dragón brotó una rosa roja que el joven le regaló a la doncella. Ellos se casaron y vivieron felices por siempre.
Ahora debo contarles que este Sant Jordi fue verdaderamente especial y no precisamente porque me regalaron una rosa roja, sino porque además mis padres llegaron a Barcelona. Tras 6 meses sin verlos y conexiones en Quito y Bogotá y previo extravío de equipaje, así es! a mi tantos años viajando, jamás me han extraviado el equipaje, pero ahora pasó. La maleta de mi madre quedó retenida en Bogotá… pero esto no empañó la emoción y alegría del reencuentro y las ganas de ver la ciudad.

Si recuparemos el equipaje o no se los seguiré contando en las próximas entradas pues se viene un viajecito al que quiero que me acompañen 😉